Defensa En Zona En El Futbol – PDFCOFFEE.COM

En su libro, Jorge Valdano hablaba apasionadamente sobre la «zona», parafraseaba Menotti (“La zona es libertad”), Maturana (“La zona hace de la defensa el arte de atacar”) y me deleitaba con las descripciones de la «zona» inteligente, agresiva y armoniosa del Milán de Sacchi. Poco a poco, mi idea de la «zona» fue «creciendo» y, cada vez más, me iba sintiendo más disconforme con lo que de ella se decía y escribía. Aquello que leía y oía con respecto a la «zona» no me satisfacía. En el fondo, aquello que sobresale de la intención de hacer una «zona presionante» es la búsqueda de la posesión de la pelota, la búsqueda del error del adversario para recuperar la pelota, esto es lo mismo que decir, el querer atacar. En la misma línea de pensamiento, Pacheco (2001) define «marcaje» como “una acción táctica en la que los defensores se aproximan a los atacantes, procurando colocarse entre éstos, la pelota y la portería, con el objetivo de frenar su progresión, impedir el pase, la finalización y recuperar la posesión de la pelota”. Veamos las palabras de Jesualdo Ferreira: “la zona comienza en el momento en que el equipo pierde la posesión, con el primer jugador – el que está más próximo- presionando y con todos los que están en las proximidades siguiendo a los adversarios que, eventualmente, van a recibir esa pelota.

Tourist on Notre Dame de Paris #2 A nivel literario, López Ramos (1995) define «marcaje» como la acción táctica que los jugadores del equipo que no posee la pelota realizan sobre sus adversarios, con la intención prioritaria de evitar que éstos entren en contacto con la misma, o de que lo hagan en las peores condiciones posibles. Por esto, estamos en condiciones de afirmar que perspectivas como las de Herbin (1977), Bauer (1994), Castelo (1996), Pacheco (2001) o Goikoetxea Olaskoaga (2001) se corresponden con simples «defensas hombre a hombre» o, como mucho, a «marcajes individuales zonales en una estructura zonal». Nadie juega hombre por hombre o en función de los hombres, sino en función de los espacios.” (José Mourinho) Debe existir un conflicto de intenciones en lo que se refiere a la «utilización» del espacio y del tiempo por parte de cualquier equipo en confrontación: el ataque (la organización ofensiva), para intentar superar a la defensa (la organización defensiva adversaria), debe procurar hacer el «campo grande» y, así, crear espacio y tiempo para realizar sus acciones táctico-técnicas; la defensa, para dificultar el ataque, debe procurar hacer el «campo pequeño» y, con eso, colocar al equipo adversario en una constante reducción espacio-temporal.

José Gomes añade que estas preocupaciones por la transición para el ataque están relacionadas con que Camacho dé prioridad a la circulación del balón. La gestión del instante (de lo inmediato, del momento, del «aquí y ahora») es un problema en el que el jugador está permanentemente implicado y, en esta medida, tal como refiere Frade (2004), “el presente tiene varios futuros posibles”. Siendo esa perspectiva naturalmente válida, es limitada y, en esa medida, limitativa. Siendo esa perspectiva naturalmente válida, nos parece, todavía, limitada y limitativa, pues será en función de la que se va a calibrar la organización defensiva del equipo. En este contexto, y partiendo de la lógica de funcionamiento de la «defensa hombre a hombre» y de la «defensa en zona», acabamos llegando a la idea de que la «defensa en zona» parece ser la única forma de organización defensiva que responde de forma plena, coherente y eficaz a ese propósito de hacer el «campo pequeño» al defender. Es cierto que ese hecho me llevo a sobrepasar, con mucho, el número de páginas habitual para un trabajo de esta naturaleza. No es de extrañar, por lo tanto, que estos dos entrenadores «aparezcan», frecuentemente, a lo largo de este trabajo.

No son sólo tres o cuatro jugadores los que cierran y reducen los espacios y los restantes mantienen los espacios abiertos.Todos tienen que cerrar espacios, todos tienen que achicar espacios, cerrar diagonales, achicar espacios entre sectores, tanto a lo largo como a lo ancho, y eso implica que toda la gente tiene que saber qué haceer en todos los momentos”. A lo largo de la consulta bibliográfica efectuada, nos hemos dado cuenta de que, a pesar de ser referida repetidas veces, la idea de «marcaje» raramente es explicada o se explicita. «marcaje» debe ser más cerrado cuanto más próximo de la portería el adversario se encuentre. No es, por eso, de extrañar todo un conjunto de expresiones de la jerga futbolística, como «acompaña al hombre», «sigue al tuyo», «agárrate a él», «marca encima», entre muchas otras que evidencian esa idea de «marcaje» que, de una manera general, parece estar «institucionalizada» en el fútbol portugués. En un intento de sustentar esta convicción, es importante recurrir a Queiroz (1983) y a Castelo (1986), autores que sintetizan el concepto de «marcaje» como el conjunto de acciones técnicotácticas individuales de naturaleza defensiva, desenvueltas en el absoluto respecto por los principios defensivos, que permiten la anulación y la cobertura de los adversarios y de los espacios libres.